sábado, octubre 15, 2011

Hace tanto tiempo que tomé conciencia de mi insignificancia, de nuestra insignificancia, que me resulta muy gracioso cuando las personas no nos damos  cuenta de que somos totalmente prescindibles.  Cuando nuestros  mundos son "taaan" maravillosos o taannnn horribles, cuando nos sentimos taaaan importantes por nuestros  logros, o taan desdichados por nuestros fracasos, o sentimos  que somos únicos, los más sagaces, los más fuertes, los más exitosos, o nos sentimos valiosos por ser los más intelectuales,  y que eso es lo que más importa, porque nos da valía y nos  hace ver preciosos.

Hoy estuve en una conversación donde la ostentación del ego y la lucha  por mostrarse magníficos fue la constante de inicio a fin,  y yo, observadora casi muda  y premeditadamente inexistente, solo podía sonreír incrédula, por la inutilidad de tanto desgaste para  demostrar que somos más, en cualquier aspecto de nuestra existencia, y por la falta absoluta de visión de nuestra inevitable caducidad.

3 comentarios: