domingo, octubre 09, 2011

2da visita. - También ya pasó.

Hace veintitrés años, tenía quince, y era la típica rebelde, aunque eso me generara inconvenientes. Porque tenía respaldo y sabía que nada me pasaría, que era inmortal porque tenía protección necesaria.

Un día común de esos en Artigas, a los quince años, estaba en la vida, abrí los ojos una mañana de domingo, y le hice una visita a un sentimiento,  que nunca había conocido  y no combinaba con mi actitud de omnipotencia cotidiana, fue raro, una sensación que se me venía nueva, que me quedó guardada, entre el olvido y el recuerdo.

Yo andaba como quien dice con los pies en el suelo, comía, iba a clases, salía, estudiaba, me ocupaba mucho de mis notas, la ropa,  los amigos, la sociedad, la aceptación, las reuniones, y todo lo de alguien de quince,  pero ese domingo abrí los ojos y vi que no estaba donde siempre, me di cuenta de que todo eso era el sueño, y de que la verdad en ese momento era otra cosa, me encontré con una entrada que se me abría en frente a una realidad desconocida, se abrió una puerta y vi un paisaje distinto y nuevo, o mi cordón umbilical se unió con su núcleo real de ese día, y vi que ese día la realidad no eran las clases, ni las notas, ni la comida, sino que todo eso era un sueño, y ese día no era rebelde, porque ya no podía, y el dolor era la verdad en ese dia por la pérdida vital de mi protección, de mi columna vertebral emocional de mi vida en ese momento, que ya no estaría, mi padre.

Y me di cuenta de que la vida, las clases, las fiestas, los amigos, en ese momento instantáneo era una fantasía onírica y que los únicos momentos de verdad eran esos en que abría los ojos a ese dolor imposible de medir, a esa inseguridad infinita, a la sensación de no saber como seguir y a la conciencia de que a partir de ese momento la cosa iba por mi misma, que no existía más esa figura que me hacía pensar que nada me iba a pasar en la vida. Y me di cuenta de que en la vida seguimos haciendo y siendo, como autómatas sobrevivientes porque de eso se trata.  Y que nos aferramos a lo concreto para crecer gorditos, fuertes y coherentes, para no dejarnos vencer por algunas verdades como esa, de la muerte, para no dejarnos enloquecer.  Pero en ese segundo, en el que se me abrió mi suelo, y caí a ese vacío, la sensación era de que la realidad era "esa caída libre" y el día a día en verdad, era una mentira.

Fue un instante, que en un instante superé, el piso se volvió a cerrar bajo mis pies, la puerta a esa otra dimensión se canceló, el dolor se fue disipando, y volví a conectarme, con la sociedad, y las notas, los amigos y los proyectos de vida, la familia y los amores.

Ayer fue un día de ejecución y solución, descubrí que mi pelo ya no resistía mucho, me fui a la pelu, me lo corté cortito para que no fuera tan deprimente la caída, y me interné en el shopping a rodearme de gente y  almorcé con una amiga hermana, y me fui a una fiesta de cumpleaños para rodearme de cariño, y reír y estar en la vida contenta y concreta, consciente  totalmente de lo que me hacía bien, y haciéndolo.

Hoy, domingo, en esta mañana poco soleada, en este departamento transitorio en el centro de Montevideo, en este  momento tan evidentemente transitorio  de mi vida, abrí los ojos y no supe donde estaba, y me vi, pero no entendí si era realidad o sueño, si estaba sola o mi esposo estaría en el living o si estaba sana o no, y me toqué la cabeza y vi que realmente el pelo ya no estaba largo,  y vi la puerta abierta a ese lugar ya visitado, y vi  pasar como película mi realidad de autómata sobreviviente tan bien manifestada ayer,  y recordé y viví la sensación de ese domingo hace 23 años y vi que durante 23 años mi realidad y mi núcleo no necesitaron conectarse porque no se habían separado más, y sueño y realidad marchaban juntos, se entrelazaban en un mismo ritmo de vida deseado.

Y hoy nuevamente me di cuenta de que estoy desconectada, de que esa realidad concreta se disgregó del sueño, de que no me reconozco ni reconozco el espacio, ni el tiempo, ni las sensaciones, y que el día a día nuevamente es una fantasía, y el único momento real es este, en el que llego a ver y tocar la puerta de paso a ese otro lugar, a la pantalla de mis sueños e ideales, que hoy no me acompañan y me tienen en espera. La  disociación entre mis dos mundos, real e ideal, es tan palpable que es imposible no enfrentarla.

Pero en algún momento hace 23 años, mis mundos volvieron a unirse, y por alguna razón la vida, hoy me abre de nuevo esta puerta a este lugar extraño, en el que tengo la posibilidad de determinar la sencillez  de mi mundo ideal y verlo a través de estas conexiones instantáneas, que se vuelven a cerrar para seguir la vida normal.

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