Porque tanta suavidad instalada me genera desconfianza, espero y busco en mí
el momento en que exploten resentimientos u odios, por eso que dicen del lado oscuro.
Y los busco a fondo esperando destapar una olla que deje salir algo.
Algo que ni sé si existe, pero que podría ser.
Pero por más esfuerzo que haga hay poco que sacar porque el perdón ya pasó por encima
de mi cuerpo como aplanadora, eliminando las acideces, cicatrizando las quemaduras
y los rencores.
Aunque hay un par de idiotas que aun logran irritarme.
Debe ser que algo de ellos vive todavía en mí.
Y mientras lo decanto, me doy tiempo
y me perdono.
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