sábado, octubre 31, 2009

Señal de alarma


Una señal...
Un nudo.
Palpitaciones y un vacío.
El piso se movió en un instante
La inestabilidad me alcanzó de repente.
Mi paraíso retrocedió a limbo.
Y mi cielo celeste
se cubrió de gris.
La felicidad es un cristal,
Que ayer creía de acero.

viernes, octubre 30, 2009

Expectativas


Se me desliza entre los dedos
la agonía y el temor.
Los lleva el viento.
Los desintegra en el espacio
Los desvanece...
Solo existe el presente

Crecen árboles en el jardín donde paseo
Y son árboles floridos, sin espinas
Que me invitan a treparlos,

Voy camino al cielo
Camino a mi universo querido
Al paraíso de mi espíritu
Que le sonríe a las tristezas que han quedado en el pasado

Y me regocijo en el disfrute que el hoy
hace correr por mi sangre tibia,
por mi piel viva,
por mi cuerpo descansado y sediento de
alegría y renovación.

sábado, octubre 24, 2009

Silencio


Escucho el mar.
Mi suavidad...
Me arrulla,
la brisa.
Me transporta,
ese murmullo.
La marea
me lleva.
Me empuja.
A mi silencio,
hacia mi nada,
nuestra nada...
Hacia mi paz.

martes, octubre 20, 2009

Mujeres que corren con los lobos



Este texto es un humilde homenaje para algunas mujeres, algunas amigas, algunas compañeras del taller de literatura (disparadoras de todo esto) y algunas mujeres de blogs que visito seguido, que empecé a leer y me conquistaron el corazón. Y para mí también. jeje

Algunas mujeres tienen miedo de encontrarse con sus vulnerabilidades, con su sensualidad, con su suavidad, o su dulzura, o con sus más profundas tristezas, o con su fuerza, y evaden de forma automática, diariamente. Algunas quieren “parecer inteligentes” o fuertes o superadas y se esfuerzan por decir cosas razonadas que no salen del alma, sino de alguna tonta proyección de lo que creen que “deben ser”.

Yo he sido una de ellas, estrictamente formada en números y trabajando toda la vida con ellos, intentando ser “inteligente” y sobria para encajar en un ambiente de profesionales aburridos, ambiciosos y egocéntricos y vanidosos en la ostentación del "saber", tuve que aprender a ser rígida, a dejar de lado la dulzura, mi lado femenino o hasta mi debilidad física (cuando estuve muy enferma) para que no te creyeran débil u obsoleta, o para que no te pasen por arriba, los muy huecos.

Haber conocido a estas mujeres me vuelve a reencontrar con “ESA” que todas somos y que yo algún día abandoné, por las razones expuestas y otras.

Ellas son lo que reconozco como una de esas “Mujeres que corren con los lobos”, que se desgarran y se recomponen, que tienen hijos y son su vida, o que no tienen hijos pero serían madres espectaculares, o solo madres intentando ser madres.
Mujeres que se enferman y sufren mucho la angustia del dolor físico y el temor a la muerte pero siguen adelante, quien sabe no como diosas inmunes, pero como simples mujeres que hacen lo que pueden.

Mujeres que tienen amores y los pierden y luego vuelven a tener amores y a disfrutar de esa sensualidad que algunas aprendemos a ignorar, o que ya no quieren otros amores porque tuvieron UN gran amor inolvidable.

Mujeres imperfectas, que conocen su propio cuerpo y su propia alma, o no, pero intentan encontrarse, y simplemente, se buscan.

Muchas gracias a todas.

Y continuemos aullando.






domingo, octubre 18, 2009

Estamos muuuuyyyy....

Abrridos de la vida, de la gente pelotuda, de que sea necesario el dinero para vivir, de que me hablen idioteces, de que sea necesario hablar para comunicarse, estaría buenísimo que fuera por telepatía, o solo mirándonos o tocándonos!!!

¿Qué te aburre a vos?


Uffff, nada para hacer...



Que mi mente esté vacía cuando quiero escribir...


Me aburre la estupidez de la gente que me tira caramelos y me dice idioteces... me aburro mucho.



Estar encerrado. Quier salir, quiero salir ... estoy aburrido también.


Y a mi qué que les parece!!!!


No hay remedio, mejor dormir un rato y olvidarme de todo.


Y yo me quedo por acá nomás... no hay nada que me divierta.








¿Cómo los puedo ayudar?
¿HAY ALGUIEN MAS, ABURRIDO POR AHÍ? DE QUÉ?

viernes, octubre 16, 2009

Sigo desconectada.

Un poco de silencio.
Dicen que de poetas y de locos....
Estoy pensando en el loto y no logro terminar de sacar nada.
Vuelvo pronto.



lunes, octubre 12, 2009

Miedo




Este amor que te tengo
es mi lazo a este universo.
La daga sobre mi cuello.
Mi refugio
mi tormento.
Mi hogar
mi infierno.
En el miedo a perderte yo me pierdo.
Intento ser yo quien diga adiós primero.
Escapo, corro.
Paro casi al final.
Pienso.
Me detengo ante el abismo  antes de saltar. Y vuelvo.
Regreso a tu lado confiando en la eternidad.
Pero el miedo a perderte me vuelve a dominar.
Y vuelvo a  correr, correr…
antes que llorar.

domingo, octubre 11, 2009

Mi amor


Detener el reloj

en este instante.

Ubicarme en el

presente.

No seguir

hacia adelante.

Mantener esta ilusión,

del amor imperturbable.

Enlazarme entre tus brazos,

entregarme, y disfrutarte.

miércoles, octubre 07, 2009

El clon

No deseo otra vida.
Deseo sueños ricos.
Creaciones de mi espíritu inquieto,
sediento de danza, color y risas.
Deseo un clon que viva distinto,
Para poder yo, seguir viviendo así.
Sintiendo a la vez, lo que deseo sentir.
Porque el yo es feliz aunque no pleno.
Y lucha y se debate,
contra las líneas conocidas de la cotidianeidad autoritaria,
que se impone y lo liquida,
poco a poco.


1994

Creo que no comí loto, está bueno?...


Quisiera haber probado del loto, o perderme entre lotófagos amenos para tener hoy lo que contar.
Pero mi Odiseo muy autoritario era, en esta mi vida, y ante su mando rechacé todas las oportunidades de evadir, de huir, de levitar en la negación, o en el placer sin control, o en alguna adicción.
Tuve la necesidad de pisar firme el piso y no viajar en el humo, porque siempre fui el bastón, o el pilar.
Y al conocer las adicciones y los lotos ajenos aprendí a elegir la libertad por medio de la responsabilidad, y descubrí que cuando dependes tanto de algo que no puedes vivir sin ello estas entre rejas, te vuelves neurótico o paranoico, o fóbico. Por lo que tampoco tengo ningún fanatismo.
Y me sentí abandonada o sola, o un "bicho bolita" tantas veces en mis años más chicos, que aprendí a no aferrarme, y a suavizar mis dependencias... para evitarme sufrimientos.
Tuve una vida tan correctamente prolija, y me siento tan básica, que a veces creo que tengo que desistir de esto de la escritura pues donde los demás ven materia prima pura y rica, yo veo historias para atenuar, y las transformo en relatos menos interesantes, más simples, menos dolorosos.
Pero a veces me doy cuenta que esa paz consciente fue mi Ítaca, la que me permitió permanecer en equilibrio en el medio de esa realidad tan dolorosa de mi infancia.
Y hoy no me arrepiento. Y estoy sentada en mi casa tranquila tomando coca cola y escribiendo textos bobos que igualmente me hacen feliz.
Y caigo en lugares comunes, si, porque los lugares comunes por algo son comunes, por algo la gente los elige tantas veces que se transforman en lugares comunes, será que algo bueno tienen…

***


Profe, sigo intentando encontrar ese instante de mi vida en la que fui un lotófago. Reviso, reviso, pero realmente no creo que haya existido, sigo buscando…

Cariños a mis compañeros de taller que deben estar entre loto.
¿Se permite imaginar cuál hubiese sido mi loto e inventar?

martes, octubre 06, 2009

Momento de horfandad

Ser huérfano es caer en alta mar sin salvavidas y tener que nadar sabiendo que no haces pie, sin ver ninguna playa más allá de la circunferencia del horizonte. Nadar, y nadar, sin saber hasta cuando te van a acompañar las fuerzas, nadar, hundirse, tragar agua y volver a salir para seguir nadando, nadando, nadando, en busca de la tierra firme, que se desea, pero que no llega, no se ve.

jueves, octubre 01, 2009

Estrellas fugaces


Del cielo intensamente negro colgaban esas estrellas únicas y brillantes que me recordaban a mi cielo artiguense.


Él, acostado en la arena, tranquilo, sostenía mi mano, jugando con mis dedos, mirándome con una sonrisa silenciosa, en una paz que me elogiaba.


Yo no dejaba de parlotear, extasiada por esa aventura brasilera de verano.


Mas maduro, creo que conciente de la fugacidad de aquel momento, disfrutaba cada segundo, suspendiendo cada instante, e intentando hacer parar “a aquella jovencita”, que no podía parar.


Me atrajo hacia él, lentamente, haciendo que recostara mi cabeza en su pecho, y nos quedamos allí, escuchando las voces del mar.
On the road 4

En honor a Eli - algún intento de Haiku (fallido)


Olvidar todo
Renacer a lo nuevo
Sentir el calor







Lindas sonrisas
De rojo entusiasmo
Y suave color

Piano o candombe

Estaba allí luego de tantos años de estudio y sacrificio para ser el mejor; esforzándome para lograr ese éxito tan anhelado por todos, tan peleado por mi.

El público que me escuchaba no era mucho, pero si selecto; exigirían lo mejor de mi, todo lo que pudiera dar y más. Me juzgarían de la forma mas dura para lograr que fuera el mejor, y yo seguía en esa lucha, convenciéndome de que ese debía ser el camino a recorrer.

Intenté seguir concentrado en el piano… pero de repente, detrás del murmullo del público, que dispersó mi atención por un segundo, empecé a sentir el sonido de la cuerda de tambores de Barrio Sur. Si, era ese grupo de gente que pasaba todos los domingos bajando por San Salvador, hasta la placita que está en la esquina con Veintiuno.

Miré de reojo a la gente; se estaban poniendo de pie y yendo hacia la ventana. Evidentemente, tampoco para ellos, mi pieza resultaba tan interesante como el sonido que provenía de la calle.

Esa música también me envolvió. Estaba abrumado; las teclas se percibían debajo de mis dedos como cubos de hielo que me producían un bodrio inmenso, además del frío imponente que sentía al estar sentado quieto, en el medio de ese patio de casa vieja, con claraboya rota. Pensé en la posibilidad de unirme al grupo de los domingos, algunas veces lo había hecho, aunque tímidamente, y aún así me había divertido mucho.

Me contuve unos segundos, pero me aburrí profundamente y ya siquiera podía ver la partitura. Estaba perdido, no lo soporté, quise parar y correr, mi cuerpo me pedía otra cosa. Me levanté, y salí a la calle.

Ya en la vereda miré al montón pero no reconocí a nadie, entonces dudé, y dando un paso atrás, quedé recostado sobre la puerta observando de lejos, nada más. Hasta que pude ver que en el centro de esa multitud desconocida pero ardiente, estaba ella. Aquella morocha que había visto algunas veces, pero que nunca había conocido, porque los muchachos siempre decían que no valía la pena perder tiempo con ese tipo de mujeres. Pero hoy los muchachos no estaban…

Ella era exuberante y sus curvas se balanceaban sensualmente al ritmo de la cuerda. Yo estaba allí, viéndola pasar moviéndose provocativamente frente a mí, sin mirarme. De repente me miró, como otras veces, pero noté algo distinto.

Avancé unos pasos y me quedé parado sobre el cordón, con un pie en la calle y otro en la vereda, dudando nuevamente, por no reconocer allí a nadie familiar.

Todos aquellos extraños seguían al ritmo del tucutúm, tucutúm, tucutúm, tucutúm….

Quería unirme a ellos, quería vivir aquello. Me movía de forma vacilante si animarme a alcanzarlos, como simple espectador. Me distraje un segundo mirando la destreza de un niño de seis años que golpeaba con sus pequeñas manos la lonja, emitiendo un sonido no menos caliente que el que emitían los demás adultos.

Cuando volví a buscar a la morocha en el centro, no la vi,no la vi, ya no estaba

"Qué idiota, o
tra oportunidad perdida por vacilaciones cobardes", pensé.

Y decidí irme a mi casa, como castigo por tanta estupidez.

Cuando me di vuelta para hacerlo sentí en mi hombro una mano. Miré hacia atrás esperando ver al profesor de piano que venía a buscarme para continuar con aquel inútil concierto. Pero esta vez no, no era él, pues allí estaba ella.

Sonriente, con una mano en mi hombro y el otro brazo extendido invitándome a acompañarla, no detenía un solo instante el movimiento de esas caderas increíbles, al ininterrumpido ritmo de aquel caliente candombe.

Me mantuve frío aunque mi corazón golpeaba del mismo modo que aquellas manos golpeaban las lonjas, pero yo no demostraba la mínima sorpresa, nunca perdía el perfil de total seguridad.

Sostuve su mano y seguimos bailando con todos, hasta la esquina de Paullier. Percibí que estaba un poco borracha. Creí sentir un delicioso aliento a Grapamiel mezclado con el sensual aroma a 212 de Carolina Herrera —perfume preferido de mi novia Rosina— y eso me movilizó aún más.

La tomé de la cintura y un brazo. Prácticamente la arrastré, alejándola del resto de la gente, llevándola al palier de un viejo edificio que tenía las luces apagadas, a media cuadra de allí.

La envolví con mis brazos y recosté todo mi cuerpo al suyo para sentir su calor. Ella me miraba, apenas sonriendo, provocativa. Sus ojos negros redondos reflejaban de igual forma que su cuerpo, su calor, su deseo. Y recosté mis labios apenas, en los suyos.

Ella quedó quieta, sin rechazarme, pero sin responder.

Los tambores se sentían aún, a una cuadra ya. La gente no se veía más, hacía frío, sentía calor.

Recordé por un segundo, que una hora antes estaba en aquella casa helada, frente al piano, rodeado de aquellos intelectuales ambiciosos y aburridos. Sonreí.

Volví al presente y sentí el voluptuoso cuerpo de aquella morocha de quien no sabía ni el nombre.
La atraje más hacia mí, tomando sus caderas con mis dos manos, y esta vez sí, se entregó al beso que le di.

Piezas perdidas

Hay personas que dejan nuestras vidas.
Y te queda esa sed, de saber cómo pudo haber sido.
Hay personas que dejan nuestras vidas
Y sabes que no pudo ser más que lo que fue.
Hay personas que dejan nuestras vidas.
Y buscas recuperarlas nada más por la posibilidad
de que te acerquen a aquellas otras que sientes
como perdidas.
Hay personas que dejan nuestras vidas y ni lo detectas
o agradeces que se hayan ido.
Hay personas que con gran alivio ves que se alejan de nuestras vidas
Hoy siento haber recuperado una pieza importante y agradezco
el alargue en este que es mi partido.
Porque es una persona que había dejado mi vida
sin que hubiéramos tenido ninguna oportunidad de saber
si nos quedaría la sed, el alivio, o la sensación de haber perdido.