miércoles, septiembre 02, 2009

Indecisión



El cajón era ajustado. Miré a la derecha, y a la izquierda, pero solo pude ver la seda acolchonada color rosa. No me podía mover.

El perfume penetrante de las flores me producía un cosquilleo insoportable. Sin verlas, sentía estar en un jardín inundado de aromas que solamente empeoraban mis recientes alergias.
"Lo peor de los velorios siempre fueron las flores", pensé deseando poder mover mis manos para rascarme la nariz, pero ni un dedo se movió.

Mi mente ensayaba acciones y daba órdenes, que mi cuerpo, indiferente, estaba resuelto a ignorar. Pero al final, terca, mi mente resolvió escapar, y subí.

Subí, con la intención de alejarme. Subí curiosa, queriendo recorrer el pasillo desplegado ante mis ojos virtuales. Subí feliz, sin querer ver quien quedaba, sin querer recordar nada. Al subir, sentí llantos, sentí murmullos, pero no quería mirar atrás.

Subí un poco más. Algunas personas me llamaban sonrientes, de más arriba. Quería seguir. Parecía ser ese el mejor camino, sentía que era el mejor camino. Pero no resistí, y paré. Paré un instante, flotando a dos metros del suelo.

Volteé por un segundo mi mirada hacia abajo y allí estaba. Sentada junto al cajón, inmóvil, sin llorar, con la mirada perdida en algún punto de la blanca pared de la sala, en una especie de transe, sin hablar… mamá.

Miré rápido hacia arriba intentando ignorar, y aquellas personas seguían allí, esperándome, llamándome por mi nombre. Entre la multitud, apareció él, sonriendo, con sus ojos verdes y sus brazos fuertes estirados hacia mí, en una invitación a seguirlo, a reencontrarme con él. Me sentí feliz, me sentí niña nuevamente y más que cualquier gloria que pude haber deseado abajo, deseé la profunda seguridad de su abrazo paterno, hace tanto olvidado, hace tanto anhelado.

Miré hacia abajo nuevamente, un segundo más, solo un segundo más antes de seguir.
"Nada más que un segundo", me dije intentando no dudar.

Pero allí, sentado junto a ella, estaba él, inmóvil, con la mirada fija en el piso, indiferente a la gente que estaba en el salón, indiferente a todo. Mi hermano.

La culpa y la pena envolvieron mi alma.

Lágrimas cayeron de algún profundo lugar de mi mente etérea y quise volver a abrazarlos, quise volver, quise volver. Pero no pude.



2/09/2009  - En taller Gabriela Onetto - Disparador - Textos de famosos Era sobre un cementerio.

2 comentarios:

  1. Hasta las lagrimas ... simplemente describe el valor que para mi tiene la familia ... capaz de hacernos querer cambiar el destino, nuestro destino, vuestro destino ... teniendo en cuenta no siempre se puede ... y duele.. Kiss

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  2. Ahhh!! Anónimo, si. Interpretaste exactamente el concepto. Gracias por tu lectura. Muchas gracias por pasearte por mi blog. Me gusta compartir y sin sus visitas ... no sería posible.

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