la vulnerabilidad.
Con el pasar de las horas el mundo se fue ensanchando
ensanchando
agrandando hasta volverse gigante
imposible
la indefensión ante la dependencia, la violencia gratuita y arbitraria del poder
traspasó los poros
inundó el torrente sanguíneo.
Navegando acompañada por la impotencia silenciosa
fue contaminando lentamente cada rincón del cuerpo
en pugna contra esta epidemia intratable de racionalidad.
Finalmente
al alcanzar los lagrimales siempre cerrados
siempre sonrientes
nostalgias infinitas de pasados contenidos
y mundos compartidos
forzaron a callar
obligaron a llorar.
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