Vestí la sonrisa irreverente
coloqué mi gran máscara
de bufón dulce
indiferente
amordacé al impulso
encarcelando la pasión
a pesar de los berrinches
de mi sangre caliente
maniaté la curiosidad
y por veredicto de deseo ilícito
arranqué mis vísceras rebeldes
enterrándolas
en el féretro de la apatía consciente
toda una trasmutación...!
ResponderEliminarno sé si estoy preparada, pero a veces lo deseo.