jueves, enero 14, 2010

Mi luz roja.


Hacía calor, era mediodía y el sol quemaba un montón. Una señora paró su auto rojo en mi semáforo y me acerqué a pedirle.
***
—Amiga, no me da unas monedas—me dijo el chiquillo sucio del semáforo, con ropa vieja, championes rotos y esa mirada pequeña y a la vez dura; su voz en una especie de solicitud orgullosa y firme, aunque tímida.
***
—No, mi amor, no tengo—contestó aquella señora, y me miró fijo, directo a mis ojos de una forma rara, no estaba acostumbrado, me sentí bien, me gustó.
***
El chiquito me preguntó de qué cuadro era, le dije que de Peñarol y sonrió. Sus ojos negros, entre ingenuos y rudos me hechizaron de ternura, no quería dejar de hablar con él, pero el semáforo se puso verde, y me fui.
Su mirada aparentemente violenta, pero que escondía toda la inocencia de la niñez se instaló en mi alma y durante los siguientes minutos no pude hacer más que pensar en él, imaginarme allí en aquel semáforo dándole de algún modo alguna seguridad, alguna esperanza.
En mi estúpida y frívola mente pensé en formas de sacarle otra sonrisa y decidí volver allí.
***
La señora del auto rojo volvió a pasar por mi semáforo con una bolsa con una hamburguesa, papas y coca cola, para mí.
***
Llamé al niño que corrió hasta el auto, saqué sonriente una bolsa de Mc. Donalds y se la dí para satisfacer mi propia expectativa imbécil, de que se pusiera contento, de que sonrieran sus dulces ojos tristes.

Pero el brillo que esperaba no apareció, el niño no sonrió.

Tan rápidamente como había venido salió corriendo serio hacia un árbol; con su bolsa de papel.

Quise llorar, me paralicé de tristeza, quise poder hacer más, quise ser simplemente él, cuando lo vi renunciar completamente a su regalo, repartirlo entre cuatro niñitos aun más pequeños que él, y sentarse, a mirarlos comer.

Me sentí nada, me sentí frívola, estúpida.

Sentí la intrascendencia e inutilidad de mi vida en ese instante. Me fui.

----

Hoy, mirándome al espejo, dos meses más tarde, no sé por qué razón, recordé la mirada de aquel chiquillo de no más de ocho años con esa enorme capacidad de renunciar.
Y vuelvo a sentir lo inútil de mi existencia, lo vano de mi vivir.

8 comentarios:

  1. Ay Lore! a esta hora del día me haces un nudo en la garganta. Esto lo vemos todos los días y tan pocas veces hacemos "algo" para cambiar esa realidad.
    Tu reflexión nos hace pensar, detenernos unos instantes,ver-nos y ver-los con otros ojos. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Eli, no sé que decirte, realmente no hago nada, nada al respecto, nada para ayudar. Y no me hace sentir bien eso, pero uno pasa así la vida... y es horrible. Hay que cambiarlo de algún modo, no sé como.
    Beso

    ResponderEliminar
  3. Conmovedora historia.
    Yo creo que no hacemos nada porque nos hemos vuelto desconfiados, porque hay gente que nos ha hecho desconfiados, y pensamos que la poca o mucha ayuda que podemos ofrecer se gastará en cosas banales.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Yo igual pienso Jesús que debemos confiar, hacernos de valor y arriesgarnos, al final qué podemos perder?
    Pero son pensamientos, no sé como ejecutarlo, cómo llevarlo a la realidad, debo descubrirlo.
    Cariños.

    ResponderEliminar
  5. Laurel, es una reflexión de una realidad que vivimos todos. Pienso que sí, que podemos hacer cosas y que muchos hacemos cosas. Tal vez no sean suficientes. Tal vez si.
    No podemos salvar el mundo, pero podemos todos ser un granito de arena de una gran montaña.
    Colaborá donde puedas colaborar. Y no te sientas mal por lo que no hacés, sino bien por lo que sí hacés.
    Un beso

    ResponderEliminar
  6. Tu comentario me cae en un momento bastante apropiado, Mage, estoy triste y cansada hoy, gracias por hacerme sentir bien. Igualmente siento respecto a ese tema que no hago suficiente, y buscaré modos de cambiarlo.
    Besos

    ResponderEliminar
  7. Lore, no todos tienen la capacidad de ver la realidad de esa manera, ponerte en el lugar del chiquito demuestra un no se que, que no todos tenemos. Al igual que vos, siento impotencia, pero estoy convencida que lo poquito que podamos hacer para ayudar el otro, es algo, y ese algo colabora al cambio que esperamos, utopia? quisa ....

    ResponderEliminar
  8. Pero la inutilidad de la materialidad mi vida es tan evidente que frustra un poco, más en días como hoy ante hechos tan horribles como los que están sucediendo en algunos lugares del mundo.
    Besos, vos sí haces.
    Besos

    ResponderEliminar