sábado, febrero 08, 2014

Distracciones

Los cubiertos suenan en la cocina.
El cocinero grita avisando que hay platos prontos.
Las voces como nube densa.
El foco de luz sobre mi mesa.
Esta soledad histérica intentando coquetearme.
- Quiero ser triste - me dice - aunque sonrías.
- Y quiero ver tu cansancio, aunque no pares.

Me tomo un trago del jugo de naranja artificial con gusto a conservante.
Es un amarillo limón.
La ignoro.
Pero ella insiste.
- No me podés ignorar, necia, me tenés grabada en la genética.
- Te seguirá doliendo el desamor o la falta de amor.
Me pregunto de qué habla, si son diferentes, o si son lo mismo. Mi ignorancia no me deja descifrarlo y la vagancia me impide investigar.
La ignoro, y mastico un trozo de pan. La nube de voces se hace más presente y la soledad se indigna por mi irreverencia pasiva, pero por un segundo me atrapa. Me hace querer huir como siempre, y llegar al abismo de mis miedos. Taparme con ellos como con aquel acolchado que guardo en el ropero, en casa, ese que me conoce tan bien, de tantas caídas.
Pero al instante la nube de voces y el sabor sintético del jugo me distraen, o me salvan, y a pesar del intento por caer y llorar, sonrío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario