lunes, febrero 11, 2013

Decálogo.


Revisando  la biblioteca de mi vida encontré un  manual
El de mujer perfecta.


Dominar el don de la sonrisa por encima de cualquier otro gesto.
Quejarse no es de inteligentes.
Las mujeres que hacen berrinches están fueran de sus cabales.
No se debe levantar nunca el tono de voz.
Las abuelas siempre están felices  y son mujeres ejemplares.
Nunca reclaman a sus maridos.
Los respetan y aceptan.
Si fueras niña abusada deberías ser niña silenciosa.
La dignidad del silencio…
Se debe saber ser noble y perdonar cualquier ofensa:  “ellos no saben lo que hacen”.
Las sensaciones placenteras   deben ser simuladas.
El deseo  juvenil será encubierto.
Ser un mueble pequeño  que aunque no  entienda  sepa   callar.
Esconder cualquier  desconcierto en las vísceras para no dañar a los amados.
Preservarlos   de las  atrocidades, malas noticias y dolores y si por alguna razón fuera inevitable exponerlos, suavizar lo máximo y fingir seguridad y  despreocupación.
La niña debe permanecer eternamente  suave, dócil fuerte pero obediente.
No  deberá pedir por amor ni ser dependiente.
Cuidarse de no ser provocativa  para no parecer promiscua.
No deberá  ser débil  o terminará loca. 
Saber hacer las tareas domésticas es uno de los requisitos para ser perfecta.
Pero nunca descuidando el intelecto que debe primar.
Aunque no puede parecer demasiado inteligente porque las mujeres muy intelectuales no son bellas, se acartonan.
Ser independiente pero compañera.
No olvidar ser linda pero no linda insulsa, linda sensual y atractiva.
Y misteriosa pero transparente.
Pero su atractivo no debe ser vulgar sino que la clase debe primar.
Pero no esa clase que endurece sino una clase que deje entrever que el calor subsiste.
Importante saber  vivir sola  sin desesperar. Pero que la soledad no le genere manías que la impidan compartir  en convivencia.
Ser entera en la  desdicha,  el dolor, el miedo y la soledad.
Ser exitosa pero humilde y no dejarse vencer por los fracasos.
Nunca buscar bastones para sostenerse.  Pero saber ser bastón.
Nunca pedir que la amen, aunque el grito golpee las cuerdas vocales desgarrándolas.
Pedir amor es para los débiles.
No rogar a ningún hombre  que no se quiera quedar.
Nunca pedir un regazo aunque el cansancio  no permita un paso más.
Recomenzar, recomenzar y recomenzar.
Y morir joven.
Para poder descansar.

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