1
Una mujer
camina descalza por la playa. Su casa de piedra en su hogar Escocia , erguida allá arriba en la roca, frente al
helado mar, la hace sonreír, es su
horizonte, suspira, serena. No existe más que el agua mojando sus pies, su
corazón sabio y su hombre noble.
Entra a su
casa rústica y el polvo sobre los libros vetustos, herramientas de su día a día, huelen a hogar sagrado. Tan sagrado como su alma. No hay nostalgias de tiempos pasados, las
sensaciones queridas son esas sentidas. Su ropa sencilla refleja la simplicidad de su esencia. Los años
pasan iguales, vacíos de vicios, austeros, sin ningún lujo más que el pan,
abrazos perennes, sabiduría, amor, y servicio.
Muere de fiebre tifoidea, joven, realizada. Y el amor la mira
partir, con orgullo.
2
La joven camina
arrogante, el mundo a sus pies, la plebe de ese pueblo inglés, propio, a su servicio. Hermosa, la vanidad la acorrala. Su padre le ha dado
esa fiesta, y su vestido blanco suntuoso, cubierto de joyas, la ensalza. El pelo negro azabache recogido deja su cara risueña y caprichosa al descubierto
y la peineta contrasta dorada y lujosa.
Sus ojos
brillan orgullo. Mimada, mira a todos
desde su pedestal de riqueza heredada. Él entra, y la ve, ella lo graba,
soberbio entre la gente, resalta. Lo
guarda en su retina para vidas futuras.
Lo ignora, volverán a cruzarse, es
inevitable ese karma. En alguna era, algún día la arrogancia de alguno carcomida por tantas muertes, se
dejará doblegar. Hoy las miradas demuestran
poderes que no los dejarán encontrarse.
Los años pasan solitarios, la riqueza desborda las paredes
del castillo heredado. Su fortaleza y soberbia la hacen hombre, se hace cargo,
sola. Y la matan. El alcohol mitiga con
risas la partida, no sufre, está borracha. Su cuerpo se hunde en el agua.
3
Pequeña y morocha, desnuda de pieles y máscaras, la
tierra es su casa, los árboles de la Amazonia le sirven de abrigo, el amor es su magia. Bruja curandera,
se sienta con piedras y ramas, el fuego encendido sirve como excusa para el
rito. La luna es la homenajeada. La tribu entera la rodea y la escucha, es una
mujer sabia. Todos festejan su muerte
vieja. Esa noche la luna invita a su alma
a dejar su hogar madre, partiendo a una
travesía que hoy la tiene agotada.
4
Su hábito marrón sujeto a su cintura por la soga
ancha, son la austera vestimenta de la monja letrada.
Vive en su
biblioteca, entre mapas, telescopios y libros. Desde el hueco en el techo analiza los
astros y su vanidad intelectual es alimento de su soberbia. Su luz solo son muchas velas, porque nació con
la interior apagada, una alfombra roja es
el piso de su arrogante razón, que vive
en la ignorancia. Ayuna como prueba de fe y poder, controla todos los sentimientos
profanos y aislada se dedica a las ciencias, sin necesidad de ningún intercambio
mundano.
Afuera él cuida las plantas, terrenal. Ella sigue su vida hasta una muerte culta y solitaria. Sin que ella lo sepa su karma es viejo, siguen viviendo
en la distancia. Ninguno renuncia a sus máscaras y otras vidas vendrán
como pruebas a sus almas.
5-
Silenciosa,
siempre mujer, rastrillo en mano, limpia el granero, acomoda el heno. Su ropa áspera es reflejo de su piel engrosada, tan engrosada como su alma niña abandonada. No siente, no puede sentir, desconoce el
significado de la palabra. Sola, sin saber de donde viene, se encuentra en ese
lugar, su única casa. Autómata vive
sin llegar al alma. Esos viejos son lo que
tiene, no sabe desde cuando, no sabe quién la dejó ahí, ni la edad que tenía. Elige, sin saberlo como elección, no pensar,
no intentar recordar un pasado que se borró, o no existió, no cuestiona,
solo sobrevive.
Limpia, hace,
hace, limpia, trabaja. Se levanta al alba,
y se cae cuando su cuerpo ya no responde de tan cansado. No habla, nunca lo hizo, solo hace, hace y hace para no ser botada. No conoce
destino ni recuerda origen. El hoy es su camino, la pobreza solitaria.
Los viejos mueren luego de años de convivencia indiferente, y
la soledad la acompaña hasta la muerte. Muere sola y vacía en una cama.
6-
Era un hombre austero, avaro y medido, desde
la sonrisa hasta el pan eran decididos con cautela, no podía haber excesos que
llevaran a la lujuria o cualquier tipo de pecado por descontrol. Era delgado y vestía negro siempre, su mujer
era morocha, pelo lacio brilloso y negro escondido en esa especie de gorrito blanco.
Al servicio del hogar, entera de carácter, noble y cautelosa, acataba con amor
las normas impuestas por una vida de renuncias elegidas. Su hija rubia, dócil y alerta, vivía esa vida
a espera de otra, su hijo inseguro y frágil esperaban de él más, mucho más de
lo que él sería capaz de dar en esta vida.
Sus armaduras
se habían levantado antes de este nacimiento y había elegido la razón como
medio de búsqueda de la verdad y de la
espiritualidad, vidas posteriores le mostrarían el error que en esta vida
hermética no sería capaz de siquiera vislumbrar.
Su grupo de
amigos siempre estaba, todos en la misma búsqueda. Con dos, con quienes se cruzaría más adelante , mucho más adelante, las reuniones intelectuales eran extensas para
desentrañar los misterios del mundo y del alma razón, acorazada.
Se reúnen con
licor en la mesa y libros en la cabeza, deberes auto impuestos para seguir la
tarea de crecimiento grupal habilitada para pocos.
Muere en su
granero, un infarto lo lleva. El corazón es la partida de una vida correcta sin corazón.
7-
En una silla de ruedas de madera y rústica, se ve impotente, nada puede hacer, a sus 11 años no puede pedir por favor no me dejen, es un fardo, lo tienen que dejar, no lo pueden cuidar, es demasidada molestia para sus padres que tienen que trabajar de sol a sol, lo dejan en ese hogar donde ya no podrá molestar. La tristeza se apodera de su corazón niño, y lo acompaña, cada día, cada día la ventana es el lugar donde mira hacia el campo y desea volar, salirse, ser amado, caminar, ya no estar.
8-
El niño de 6 años, se aferra a la cintura de su madre y ruega por favor, por favor no me dejes. Él sabe que no la va a ver más, la ama a pesar de las imperfecciones, o la ama porque es lo único que conoce como hogar, ella desprende con fuerza sus brazos y se va, él llora, llora, llora, sin saber. Ella lo deja, y se va.
7-
En una silla de ruedas de madera y rústica, se ve impotente, nada puede hacer, a sus 11 años no puede pedir por favor no me dejen, es un fardo, lo tienen que dejar, no lo pueden cuidar, es demasidada molestia para sus padres que tienen que trabajar de sol a sol, lo dejan en ese hogar donde ya no podrá molestar. La tristeza se apodera de su corazón niño, y lo acompaña, cada día, cada día la ventana es el lugar donde mira hacia el campo y desea volar, salirse, ser amado, caminar, ya no estar.
8-
El niño de 6 años, se aferra a la cintura de su madre y ruega por favor, por favor no me dejes. Él sabe que no la va a ver más, la ama a pesar de las imperfecciones, o la ama porque es lo único que conoce como hogar, ella desprende con fuerza sus brazos y se va, él llora, llora, llora, sin saber. Ella lo deja, y se va.
Buenísimo! Me quede con ganas de mas. Impresionante como lo describís.
ResponderEliminarAmiga! Y vos que me conoces... entendés mejor no?
ResponderEliminarUy, qué fuerte y fantástico! Finalmente pude leerlo!
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